Cree el ladrón que todos son de su condición (2)
La dirección de marketing ha emprendido una campaña llamada “Iniciativa escucha al cliente” y, como quiere que participe cualquier empleado de la compañía, no tiene más remedio que ponerle carácter voluntario. Pero como estas personas que dirigen las empresas usan el lenguaje simplemente para intentar engañar al personal, inmediatamente ponen a sus capataces a usar artimañas para que esa voluntariedad se convierta en una amenaza clara para aquellos que no la acepten. En este sentido, podríamos enmarcar el correo dirigido por el Jefe de Incidencias de Córdoba ayer lunes 3 de junio a su plantilla.
Para poner las cosas en contexto, trasladamos aquí las definiciones de dos palabras importantes, según la Real Academia Española:
- Voluntariedad: Cualidad de voluntario. Voluntario/a: Dicho de un acto que nace de la voluntad, y no por fuerza o necesidad extrañas a aquella.
- Sumiso: Obediente, subordinado, rendido, subyugado.
Dado que, con carácter general, nuestro sindicato ya nos hemos posicionado sobre el tema con un comunicado estatal, sí que nos gustaría dejarle claras al mencionado jefe, Sr. Arias algunas cosas que, quizá por su poca experiencia en nuestra empresa, parece obviar.
De lo enviado ayer queremos hacer dos partes claras:
1. Qué entiende él por ser empresa y qué entiende la empresa por escuchar al cliente. Ya de por sí, el nombre de la iniciativa esconde una actitud que ya denunciábamos en el anterior comunicado provincial: Cree el ladrón que son todos de su condición. Es insultante que la empresa nos solicite que escuchemos al cliente cuando venimos haciéndolo a diario, el que menos, desde hace 20 años. Escucha que, por cierto, no nos sirve de nada, puesto que aquello que nuestros clientes nos dicen que necesitan, en muchas ocasiones, no tenemos forma de dárselo. ¿Cuántas veces al día detectamos problemas en pedidos, en sistemas, en comunicaciones, en servicios, en ofertas,… y cuando se lo notificamos a nuestros superiores, éstos miran hacia otro lado porque ni saben ni tienen intención de saber cómo solucionarlo? ¿Es eso escuchar al cliente? ¿O quizá el concepto de escuchar al cliente es el de venderle lo que no necesite y lo que necesite no solucionárselo? Para nosotros, el concepto de ser empresa no es aceptar voluntariamente cualquier iniciativa que se le ocurra a un director, a pesar de que no tenga ni pies ni cabeza o a pesar de que no estemos preparados para ello, ni por categoría laboral ni por formación. Para nosotros, el hacer de portavoz entusiasmado de una tras otra de las ideas que se les ocurre “a los de arriba” no es cuidar de la empresa. Eso, para nosotros, es sumisión. El que cuida de su empresa es el que detecta los problemas que tienen los clientes, intenta solucionarlos, hace uso de sus posibilidades para ello y hace un seguimiento hasta el final de ese problema. Un problema que, bien gestionado, puede terminar en una venta. Venta que, en un 99% de los casos, será satisfactoria para el cliente y redundará en la imagen de la compañía. Eso es trabajar y preocuparse por la empresa. Sin embargo, cuando llega un problema de un cliente y nos cortan todas las posibilidades (llegando incluso a la prohibición) de solucionarlo, eso puede llamarse “ser empresa”, pero no preocuparse por su futuro. Afortunadamente, los seres humanos nacimos con la posibilidad de pensar y ser críticos en el sentido de discernir entre lo que es correcto y lo que no. Y, debe ser muy significativo que la práctica totalidad de la plantilla, de “los curritos”, de los que nos tenemos que partir la cara a diario con nuestros clientes, vemos cómo nuestros directivos vienen haciendo durante muchos años todo lo posible para que el enfado de aquellos vaya aumentando exponencialmente. ¿Alguien de los que está en “el tajo” a diario se puede creer los informes que emite la empresa periódicamente diciendo que los clientes cada vez están más contentos? Como comprenderéis, podemos poner aquí miles de ejemplos, pero no daremos la satisfacción a la empresa de sacar ningún tipo de información confidencial.
2. Dice el Sr. Arias que no comprende cómo en la situación en que nos encontramos, no atendemos el favor que nos pide la empresa. ¿En qué situación vivimos? ¿En la que “su” empresa (decimos “su” aludiendo al concepto de empresa que él y sus jefes tienen) ha ganado cantidades obscenas de dinero que se han llevado a sus bolsillos los directivos y grandes accionistas? ¿En la situación de miseria en la que “su” empresa, junto con las otras grandes corporaciones del país, han puesto al pueblo español? ¿En “su” empresa que ha cambiado a decenas de miles de trabajadores en condiciones laborales dignas por trabajo miserablemente precario, cuando no paro directamente, a pesar de esas cifras mareantes de beneficios? ¿En “su” empresa que se jacta de tener a personas de dudosa reputación como directivos con sueldos astronómicos mientras a los “curritos” nos recortan derechos y retribuciones? ¿En “su” empresa en la que cualquiera de los trabajadores somos, en principio, sospechosos de ser vagos, estar enfermos sin estarlo, de trabajar mal y de tantas otras cosas? ¿En “su” empresa que, en vez de tener un cuerpo bien formado de ASESORES COMERCIALES, que no vendedores, acude a países sudamericanos o norteafricanos a explotar a trabajadores de baja cualificación? ¡Qué mal quedan ustedes animándonos a “ser todos vendedores de nuestra empresa por unos días”! ¡Qué bien quedarían, sin embargo, si dispusieran crear unos cuantos de miles de empleos en condiciones en Telefónica con los millones de millones de euros que se han venido embolsando!
Es difícil, por no decir imposible, querer ser “un compañero” durante 7 horas del día y, desde el primer minuto que llegó, estar faltando al respeto a un grupo de trabajadores que tuvieron que renunciar a su actividad en su momento debido a los planes de la empresa (desaparición de 1004 y 1003 en Córdoba, de Cobros, etc.). De personas que no sabían lo que era un ratón de ordenador y que, con lágrimas en la cara, tuvieron que esforzarse por hacer un trabajo para el que nunca fueron formados, después de 40 años haciendo la actividad propia de su categoría. De personas que, cada poco tiempo, tienen que cambiar de actividad en base a no se sabe qué criterios. De trabajadores implicados en su trabajo, con afán, preocupación y dedicación. De gente que de verdad ha querido a su empresa. A toda esa gente, este jefe viene faltándoles al respeto día tras día, tratándolos como inferiores, con autoritarismo, con malos modos, con una superioridad que sólo él, y, de momento, sus superiores, piensa que se pueda merecer. Queriendo dar lecciones de amor a Telefónica. ¡Qué patético!
Esta es la realidad. Y este sindicato, sus delegados y delegadas, así lo vemos, porque estamos todos los días en el tajo, hablamos con los compañeros y compañeras y vivimos la realidad. Y, por eso, podemos pedir con toda legitimidad, que NADIE SE PRESTE A LOS ENGAÑOS DE LA EMPRESA. Vivimos la misma situación de patrioterismo barato de aquellos que arruinan a nuestro a país, pero trasladado a Telefónica. ¡No hagamos voluntariamente más ricos a los que arruinan a nuestra empresa y ponen en peligro nuestro futuro!¡Hagamos, como siempre, el trabajo para que estamos capacitados con la misma dedicación y máximo esmero!
Ejecutiva Provincial de Co.bas
Córdoba, 4 de junio de 2013
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