Hace 127 años, la clase obrera europea, celebró por vez primera el uno de mayo. Casi trece décadas después, seguimos luchando por conseguir un empleo digno y con derechos, y mayor justicia social.

Desde entonces ha habido conquistas y retrocesos, pero llevamos casi una década, en que nuestras condiciones de vida se han deteriorado: hemos visto como disminuían las prestaciones por desempleo, como legislaban para facilitar el despido haciéndolo más sencillo y barato, y debilitando la negociación colectiva; hemos visto como se privatizaban los servicios públicos esenciales, disparándose el precio de la energía; también como legislaban para beneficiar a la gran banca fomentando los planes de pensiones privados, metiendo el miedo en la gente dejando casi vacía la hucha de las pensiones, alargando la edad de jubilación –con el objetivo de que estemos más años trabajando- para disminuirnos la pensión vía coeficientes reductores; en esencia en muchas casas de trabajadores/as, el torbellino de la  precariedad ha entrado por las ventanas para quedarse.

Ante este escenario, hemos de recuperar la jornada de lucha que supone el primero de mayo, hay que recordar que la lucha obrera ha roto en el pasado los topes salariales impuestos por la patronal, se reconocieron las asambleas en los centros de trabajo, conseguimos mediante la huelga la readmisión de los despedidos, se firmaban buenos convenios colectivos y se impulsó de forma decidida sociedades más democráticas y con más justicia social en muchos países.

Pero ninguna de estas conquistas está garantizada con el sistema capitalista, y la situación de debilidad mostrada por los grandes sindicatos, ha propiciado –en gran medida- el estado actual de la sociedad. La política de moderación salarial y de pactos sociales seguida por los dirigentes de UGT y CCOO –subordinados al poder político- ni ha hecho frente a esta situación ni evitado el crecimiento de la desigualdad, la precariedad y la pobreza. La oposición en estas organizaciones a dicha política de paz social, se zanjó mediante la expulsión de los militantes más combativos, favoreciendo la entrada de arribistas sindicales.

La sociedad civil ha reaccionado ante esta situación: las diferentes mareas contra los recortes de los servicios públicos, las marchas de la dignidad, las plataformas antidesahucios en defensa del derecho a una vivienda digna; pero aun así, el elevado desempleo, la corrupción generalizada (el presidente del gobierno tiene que ir a declarar por la financiación ilegal del PP), la pobreza infantil, la pobreza energética, el deterioro de servicios públicos esenciales como sanidad y educación, son inaguantables.

El 1º de mayo tiene hoy plena vigencia; las asambleas en los centros de trabajo, la participación de los trabajadores, los objetivos compartidos, la unidad de acción, la elección de las personas más validas como representantes, la extensión y generalización de las luchas y su permanencia en el tiempo. Son imprescindibles.

Desde co.bas Telefónica, animamos a todas y todos a salir a las calles a sumarse a las manifestaciones que se celebrarán en ciudades y pueblos de todo el estado.

Por el presente, por nuestro futuro, ahora y siempre; trabajo, techo y justicia.