En memoria de César
Decidió irse el 1º de Mayo. Los más allegados sabíamos de su enfermedad pero no imaginábamos que lo íbamos a perder tan pronto y en el momento en que más falta nos hacía. Se fue discretamente tal y como era él, sin protagonismos ni demasiada pompa, pero decidió irse justo el día en que sus dos ciudades, Madrid y Barcelona, se llenaban de banderas rojas y pancartas pidiendo lo que él durante más de cuarenta años estuvo exigiendo: trabajo, justicia social y libertad.
A César el compromiso sindical y político con la causa de los trabajadores y de los más desfavorecidos le llegó pronto, allá en los tiempos oscuros del franquismo. Comenzó su compromiso social, al que ya nunca renunció, desde muy joven, a principios de los años 70, cuando siendo estudiante de Físicas en la Universidad Complutense de Madrid se incorporó a la lucha estudiantil contra la dictadura y se afilió al entonces clandestino Partido Comunista de España.
Al terminar la carrera comenzó a trabajar como Operador Técnico en Telefónica, primero en Valencia y después en Barcelona, ciudad de la que ya nunca se marchó excepto para morir en su Madrid natal, al lado de su familia. En Barcelona fue elegido por los trabajadores, y de forma reiterada, miembro del Comité de Empresa, órgano que presidió durante algunos años y en distintas etapas, primero con Comisiones Obreras y después con co.bas.
Estamos convencidos de que César hubiese podido llegar a ser eso que comúnmente se llama “alguien importante”, ya que le sobraba inteligencia y capacidad, pero decidió dedicar estas dos cualidades a representar a los trabajadores, y siempre lo hizo, tal y como lo ha definido el filósofo Salvador López, sin sectarismos, con inteligencia, con lucidez, con consistencia, con solidez y con fina ironía, incluso a veces con sarcasmo. Para nosotros siempre fue y será importante.
Su afición por la lectura, le llevo a escribir dos novelas, una allá por el año 1999 “El efecto Túnel”, en la que nos narraba su experiencia en el declive del sindicalismo y la otra en el año 2009 “El Rostro del Águila”, en la que exponía la rabia que daba que personajes nefastos para la humanidad se acababan convirtiendo en héroes. Sin duda en esta literatura quedan reflejadas sus profundas convicciones, su personalidad y sus cualidades.
Los que lo conocimos y compartimos con él la militancia sindical o simplemente el puesto de trabajo sabemos de su dedicación y honradez. Siempre reacio a utilizar las horas sindicales, prefería hacer turnos para compaginar en lo posible su actividad sindical y laboral. César creía que los delegados debemos dar ejemplo, que los trabajadores nos deben ver en el puesto de trabajo.
Fue de los primeros en darse cuenta que el sindicalismo que él defendía ya no tenía cabida en Comisiones Obreras y había que construir otra herramienta al servicio de los trabajadores y así en 2003 fue uno de los precursores de formar co.bas y seguir luchando, nunca irse a casa y resignarse.
En la vida del trabajo, en su día a día César nos enseñó lo difícil que es mantener tu puesto de trabajo, tus condiciones laborales y el compromiso en la defensa de los derechos y la dignidad de los trabajadores, tanto en la Empresa como en la sociedad. La actividad sindical en muchas ocasiones significa exponerte a tensiones y riesgos, opciones nada cómodas, pero necesarias para poder ser lo que somos. Puede que otros compañeros vean estas opciones como ajenas a ellos, pero sin duda, el ejemplo de César y por qué no, de otros muchos, nos ha llevado como mínimo a tener una vida más digna.
En estos momentos en que el capital y el sistema intentan, con la excusa de la crisis, devolvernos a tiempos muy pasados sin derechos laborales y sociales, la figura de César Reyes emerge como referente de honradez, coherencia y lucha. Hay que recordar que las condiciones laborales que tenemos actualmente se han ganado gracias a la lucha de gente como César, es por eso que se negó en redondo a regalarle su puesto de trabajo a la empresa, su conciencia no se lo permitía, después de las luchas que había costado obtener dichos puestos de trabajo. Es lo conseguido por “los imprescindibles”, como los denominara Bertolt Brecht, imprescindibles porque luchan toda la vida.
Para nosotros César se ha ido en presencia, pero no nos abandonará nunca pues su ejemplo y enseñanzas nos acompañarán siempre: a tratar al contrario con respeto y a intentar convencerle con la palabra, recursos que él dominaba, pues su capacidad de síntesis y resolución de los conflictos nos ayudaba enormemente.
En estos momentos tan dolorosos, tanto en lo sindical como en lo personal, queremos agradecer tanto a las organizaciones sindicales como a la representación de la empresa que asistió a su funeral, las muestras de cariño y respeto que nos han hecho llegar. Especialmente queremos dar las gracias a la plantilla, a los numerosos compañeros y compañeras que nos han enviado mensajes de apoyo y cariño. Sabemos que César era querido y respetado por el conjunto de la plantilla y eso nos llena de satisfacción. El mejor homenaje que desde co.bas podemos hacerle es seguir intentando representar a los trabajadores igual que siempre lo hizo él: defendiendo lo que ellos decidieran, con honradez, sin sectarismos, con inteligencia y lucidez.
Estamos convencidos de que, como decía Salvador Allende, si más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, será gracias a la lucha y el esfuerzo de compañeros como CÉSAR REYES JIMÉNEZ.
Barcelona, 10 de Mayo 2013.
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